Comunidad territorial ancestral autónoma de La Toglla

Parroquia: Guangopolo
Cantón: Quito
Provincia: Pichincha

OPA principal

Proceso seguido por la Comunidad La Toglla contra el Ministerio de Agricultura y Ganadería por el no reconocimiento del registro de la directiva y el estatuto de la Comunidad en el CODENPE. Además, el MAG tuvo injerencia en las elecciones internas de la comuna, sin respetar su autodeterminación. Estos hechos fueron aprovechados por extraños para hacer uso de tierras comunitarias y provocar enfrentamientos. La comunidad solicitó una acción de protección contra el MAG por la vulneración de varios derechos colectivos derivados del derecho a la autodeterminación y pidió reparación para La Toglla.

Luego de pasar por varias instancias judiciales, con sentencias adversas, se presenta ante la Corte Constitucional una acción extraordinaria de protección por la vulneración al derecho a la motivación, que termina con la Sentencia N. 1779-18-EP/21de la Corte Constitucional del 28 de julio de 2021 (“Caso de la comunidad indígena La Toglla”, Juez ponente: Ramiro Ávila Santamaría), en la cual también se declara la violación de los derechos colectivos derivados del derecho a la autodeterminación.

OPAs secundarias

La Comunidad La Toglla sostuvo que las sentencias impugnadas, que la llevaron a presentar la acción extraordinaria de protección ante la Corte Constitucional, vulneraron los derechos constitucionales a la organización social, ejercicio de autoridad en territorios comunitarios y el derecho propio, a la tutela judicial efectiva, al debido proceso en la garantía de motivación, y a la seguridad jurídica. Solicitó que se declare la vulneración de los derechos constitucionales y se ordene la reparación integral.

Respecto de la tutela judicial efectiva, La Toglla explicó que los jueces de la Unidad Judicial y la Corte Provincial se negaron a prohibir la intromisión en la designación de autoridades y administración de territorios comunitarios por parte del MAG. Inobservaron que el proceder del MAG, no solo causó daño grave a la vida comunitaria, sino que alentó que personas extrañas ingresen a la comunidad y tomen posesión de territorios comunitarios.

Sobre el derecho a la motivación, la comunidad manifestó que los jueces no analizaron los hechos que ocasionaron la vulneración de los derechos constitucionales, y que enunciaron normas inadecuadas para la resolución del caso en concreto. En cuanto a la seguridad jurídica, señaló que los jueces omitieron aplicar los preceptos constitucionales relacionados con los derechos colectivos de los pueblos indígenas establecidos en la Constitución.

Caracterización geográfica

Según el Amicus Curiae, presentado por Elizabeth Bravo Velázquez, PhD en Ecología y Esperanza Martínez Yánez, bióloga, abogada y auditora ambiental, en el “Caso de la comunidad indígena La Toglla”, (que dio lugar a la Sentencia N. 1779-18-EP/21de la Corte Constitucional del 28 de julio de 2021), podemos caracterizar al lugar en cuestión según los siguientes datos geológicos, geográficos, ecológicos, medio ambientales:

  • EL Ilaló es un volcán inactivo, ubicado cerca de la ciudad de Quito, con una altura de aproximadamente 3.200 m.s.n.m. y una superficie de 3.260,27 hectáreas. Su historia, se remonta a la época del Holoceno, hace aproximadamente 1,62 millones de años. Su actividad volcánica y las posteriores glaciaciones formaron los dos grandes y anchos valles glaciares, que lo circundan: el valle de los Chillos y el valle de Tumbaco. Su ubicación entre estos valles ha contribuido para configurarle como una isla de biodiversidad. El Ilaló, es conocido por los pobladores del entorno y, por el mismo Municipio de Quito, como “la montaña luminosa” o “montaña de fuego”, seguramente por ser un volcán y/o por su ubicación estratégica para la observación astronómica de solsticios y equinoccios.
  • Se caracteriza al Ilaló como un cuerpo físico y biológico que actúa como una barrera natural de vientos provenientes del oriente y que gracias a esta ubicación y, a sus 24 quebradas, es una zona de recarga para el acuífero del Valle de los Chillos. Tiene funciones ecológicas que incluyen la regularización de temperaturas o la formación de microclimas que ofrecen un refugio de flora y fauna, provee fuentes de agua y es un ente regulador de este líquido, al proteger los suelos con la inmensa masa radicular de las plantas nativas. Juega un papel fundamental en los ciclos del carbono e hidrológico: desde la precipitación, pasando por la precipitación interna, el escurrimiento, la infiltración al suelo y la escorrentía.
  • El bosque presente en el Ilaló se lo clasifica como Matorral Húmedo Montano en las estribaciones y Matorral Seco Montano. Los bosques montanos, tienen una exquisita diversidad y endemismo de plantas; con cerca de 4.600 especies. Esta diversidad está amenazada dada elevada tasa de pérdida de bosques montanos.
  • El establecimiento de la flora y fauna en el Ilaló ocurrió durante el retroceso de los glaciares, que se inició hace 16.700 años a.C. Una vez terminado este proceso, la vegetación pudo haber estado conformada por pajonales y parches de arbustos.
  • De acuerdo a los comuneros que lo habitan actualmente, existen 200 especies de árboles y más de 150 especies de arbustos, varias de ellas son reconocidas como plantas energéticas como el arrayán, el puma maqui, el sacha capulí. Estas plantas no solo crecen porque el suelo es rico en nutrientes, sino sobre todo, porque la montaña entera tiene un suelo lleno de energía vital.
  • Entre su población animal podemos encontrar atuks, zorro andino, águila arpía andina, kilikus, conejos, lobos, zorrillos, tórtolas, perdices, gavilanes, búhos, insectos y muchos animalitos propios de la flora de una tierra rica en nutrientes.
  • En su estudio sobre la flora nativa del valle de Tumbaco, Ruales (2007) identificó 143 especies de plantas, de las cuales 117 son nativas para la zona y 6 son endémicas. Estas representan cerca del 0,4 % de la flora endémica del Ecuador. Vale recalcar que aquí se encuentra la tuna andina, (Opuntia soederstromiana) que está amenazada, en la categoría de vulnerable es decir, corre un riesgo extremadamente alto de extinción en estado silvestre ya que se encuentra en menos de diez localidades y su declinación es continua en área, extensión y calidad de hábitat.
  • En un estudio de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica sobre Composición y estructura florística, se encontró que estas son las 10 especies de árboles más representativas del Ilaló:

La especie dominante es el pumamaqui (Oreopanax ecuadorensis), que ayuda a mantener el nivel del agua en el suelo, y tiene usos medicinales. Esta misma especie tiene una gran importancia ecológica para el equilibrio dinámico de los remanentes de bosques que aún se mantienen en el Ilaló. Además, los autores identificaron 8 especies endémicas en peligro.

Se registraron dos especies de importancia ecológica e histórica en los remanentes de bosque nativo: Salvia quitensis, que es una de las siete especies endémicas para Quito; la otra, Myrcianthes rhopaloides, localizada en la parte alta del volcán Ilaló, conocida como “Huila o El Árbol del Señor”, que es un árbol patrimonial para la ciudad de Quito, debido a su antigüedad y su valor cultural.

  • Se encontraron ocho especies endémicas en el Ilaló. La región interandina al estar aislada por las Cordillera Oriental y Occidental presenta un alto grado de endemismo. Por lo mismo, es indispensable que se mantenga la continuidad florística dentro del valle del Guayllabamba, y por ende del Ilaló y en las comunidades que lo protegen y habitan.
  • Según este estudio se muestra que hace varios años atrás, por lo menos, la cima del volcán Ilaló estuvo cubierta por una densa capa de vegetación nativa. A pesar que en 1988, ya fue declarado como bosque protegido, actualmente, es muy notorio el acelerado proceso de urbanización, pese a ello, más del 64% de las especies encontradas se encuentran en estado silvestre, en lotes baldíos, bordes de caminos, quebradas y riberas de los ríos; por lo que el Ilaló y otras zonas que las protegen, deben ser efectiva y enérgicamente protegidas para garantizar su conservación. Los investigadores recomiendan que los procesos de degradación y fragmentación de los bosques remanentes en el volcán Ilaló deben terminar, y que se debe iniciar procesos de restauración ecológica para poder proteger a los últimos remanentes boscosos y las especies que algún día dominaron todo el volcán; también conservar los remanentes de bosque.
  • La fragmentación de los bosques del Ilaló, y por lo mismo de las comunas que lo habitan, los hace muy vulnerables a la deriva génica (es decir, la pérdida de la diversidad genética dentro de las poblaciones biológicas), lo que impide su viabilidad a largo plazo, especialmente las especies endémicas en peligro de extinción que se ubican en su territorio. Por tratarse de pequeños remantes de bosques naturales, las especies que quedan son un semillero para su continuidad biológica, pero entre más pequeña es una población (por ejemplo, de plantas endémicas), más difícil es que tengan una viabilidad a largo plazo.
  • Es posible que el Ilaló, al igual que otras zonas ocupadas de la región interandina ecuatoriana, sean centro de domesticación de cultivos. Nicolás Vavilov determinó entre 1923 y 1939 que la región andina, que comprende el sur de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, constituye uno de los cinco principales centros de domesticación de plantas alimenticias en el mundo, asignándole 45 especies nativas económicamente útiles.
  • Estudios paleontológicos en los alrededores de la zona de El Inga, han encontrado huesos de mastodonte, camello, caballo y perezosos. Estos animales del Pleistoceno posiblemente vinieron en el gran intercambio biótico que se establecieron en el Ilaló y de los cuales hay restos fósiles son dos especies de mastodontes, perezosos, caballos andinos, llamas gigantes y el tigre dientes de sable, ahora todos extintos. No se han encontrado pruebas de captura de animales pleistocénicos como mastodontes o milodontes, por lo que se supone que la caza estaba orientada a fauna holocénica (cérvidos andinos). El Ilaló no es espacio para la urbanización, es un cerro sagrado, es un sitio desde el punto de vista biogeológico, central para mantener en circulación las redes de la vida

Caracterización poblacional

La comunidad ancestral La Toglla es parte de la parroquia de Guangopolo, en la Administración Zonal del Valle de los Chillos, que pertenece al Distrito Metropolitano de Quito, y a la provincia Pichincha. Su territorio se asienta en el cráter del volcán inactivo Ilaló a 3160m de altura. Los límites de su territorio comunal son: al norte, Patojoto y Pucará; al sur, Singafilo y Trigoloma; al este, la cima del Ilaló y Guanopamba; y al oeste, el río San Pedro (Hopfgartner 2014).

La Toglla es una comunidad indígena, perteneciente al pueblo Kitu Kara y a la nacionalidad Kichwa, que se autodefine como “Comunidad territorial ancestral autónoma de El Barrio o La Toglla«. Los comuneros se reconocen como descendientes de los Jilas, un pueblo que no fue conquistado por los Inkas y que tampoco fue invadido por los españoles. En la actualidad, la comunidad ancestral de la Toglla cuenta con alrededor de 150 familias y una población aproximada de 600 a 700 habitantes que viven en la parte baja del cráter del Ilaló, alrededor de la Vía Intervalles que cruza la comunidad (Hopfgartner, 2014).

Toglla significa lazo al final de una soga, nudo o simplemente soga. La Toglla puede ser la soga que enredamos para hacer o llevar algo. En el caso de la comunidad La Toglla significa que está atada, es parte y amarra al Ilaló. El nombre posiblemente esté relacionado con la elaboración de cedazos, tejidos en telares de cintura, realizados a partir de la crin de caballo, que en épocas prehispánicas se hacían con fibras vegetales como el penco. En la actualidad, sólo se elaboran como artesanías.

El Ilaló es un territorio de comunas y comunidades que mantienen una continuidad histórica desde épocas antiguas. El Ilaló es el territorio con el asentamiento humano más antiguo del Ecuador. Existe un sitio arqueológico pre-cerámico llamado “El Inga” donde se han encontrado vestigios que revelan presencia humana, cacería, creación de herramientas, en especial cuchillos, raspadores, buriles y puntas de proyectil de al menos 7.080 A.C. Otros investigadores lo datan con técnicas moleculares en 10.400 años AP.

En este sitio a los pies del Ilaló habitaron grupos de cazadores-recolectores que deambulaban por la región en busca de medios de subsistencia y utilizaban temporalmente este espacio para elaborar armas y utensilios de obsidiana y basalto. Luego de este periodo, y gracias a los pocos restos de cerámica que se han conservado, se puede rastrear los asentamientos del periodo formativo temprano (3600 años a.C. hasta 500 años a.C.), del periodo de desarrollo regional (500 años a.C. a 500 años d.C.) tal es el caso de la presencia de los habitantes de la cultura Panzaleo; y hasta los del periodo de integración (500 años d.C. al 1500 d.C.), por lo que se puede decir que en el Ilaló existe una continuidad de la ocupación humana hasta el formativo.

En la actualidad, la comunidad La Toglla, por la cercanía con la gran urbe de Quito y las relaciones de los comuneros con la ciudad, existen pocas personas que hablan kichwa y la vestimenta tradicional casi se ha perdido. Las nuevas generaciones se identifican poco con el estilo de vida comunitaria. Pero, para la mayoría, el identificarse como indígenas va más allá de su forma de organización y vida comunitaria, centrándose más en su visión sobre el territorio y su planificación comunitaria del futuro de La Toglla. Además, las Asambleas siguen siendo los mecanismos para tratar los problemas y organización comunitaria, así como, se continúa practicando formas de trabajo ancestral como las mingas (trabajo comunitario) y el tashi (“prestamanos”). Los comuneros de más edad se refieren a sus costumbres ancestrales con orgullos y no sienten vergüenza de sus raíces indígenas. (Hopfgartner, 2014).

La visión de la naturaleza como sagrada, constituye una parte importante de las prácticas ancestrales de los comuneros. La relación con el volcán Ilaló es central en su convivencia diaria porque lo identifican como un lugar sagrado y energético. En los territorios de la comunidad, hay también otros sitios sagrados como el pucará, la huaca, el yumbo. En los últimos años, se han ido recuperando fiestas y rituales ancestrales como la fiesta del Inti Raymi en el solsticio de verano, el 21 de junio. (Hopfgartner, 2014)

Tradicionalmente La Toglla practicaba la agricultura, trabajando la tierra de los comuneros en mingas. Se sembrada cebada, trigo, frejol, maíz, papa, melloco y oca, además de criar vacas, chanchos, borregos y cuyes. Los comuneros casi no tenían necesidad de salir a Quito. Pero, a diferencia de muchas comunas indígenas, La Toglla se definía por su vocación comercial. Sobre todo, la zona de Guangopolo tuvo mucha importancia comercial por la venta del cedazo que, ancestralmente, se elaboraba con fibras naturales y luego con la cola del caballo. Todos los comuneros sabían tejer y familias enteras se ocupaban en la elaboración de los cedazos. La comunidad fue un actor clave dentro de la red de comercio local con pueblos cercanos y otros tan distantes como los costeros con los que comercializaban arroz, pescado, cacao, café. Los comuneros salían a comerciar hasta los países fronterizos. (Hopfgartner, 2014)

Estas formas tradicionales de vida cambiaron drásticamente en los años 70 por la lucha en defensa del territorio y por la decadencia de los cedazos que dejaron de ser rentables al ingresar el plástico como sustituto. Los comuneros se vieron en la necesidad de buscar trabajo en la ciudad de Quito como empleadas domésticas, albañiles, carpinteros o costureras. Esta tendencia continúa en la actualidad. Los jóvenes salen a trabajar en la ciudad, los cedazos sólo se elaboran y venden como artesanías y la agricultura se limita al autoconsumo. Sin embargo, la sabiduría del tejido y elaboración de cedazos se mantiene viva en el imaginario de los comuneros y el papel que jugó en la historia de la comunidad produce un gran orgullo entre ellos (Hopfgartner, 2014). Quito ha tenido en los últimos años una gran expansión urbana y en muchos casos ha invadido zonas de comunidades indígenas y zonas protegidas. Los valles de Tumbaco y de los Chillos no han escapado a este urbanismo desordenado. A pesar de ser el Ilaló una zona protegida está siendo invadido y atacado por proyectos inmobiliarios de toda clase. La construcción del nuevo aeropuerto y la vía Intervalles rompió con la estructura rural prevaleciente en la zona y ha expuesto al Ilaló y sus comunidades en riesgo de destrucción y desintegración. (Hopfgartner, 2014)

Caracterización temporal

La comunidad La Toglla es una de las comunidades indígenas ancestrales del Distrito Metropolitano de Quito. Pertenece al pueblo Kitu-Kara y es parte de la nacionalidad Kichwa. Su historia viene desde la colonia, y para mediados del siglo XIX se conoce que existía una organización social en el lugar y con ello el carácter colectivo de la tierra. Podemos anotar los siguientes hitos históricos contemporáneos que le han permitido tener una presencia legal, defender su territorio y a sus habitantes.

El primer documento histórico que reconoce como anejo a La Toglla, es el mandamiento restitutivo a cargo del alcalde de Quito en 1923. En los años 20 del siglo pasado, los indígenas de esta zona estaban en permanente conflicto con las haciendas situadas alrededor (Tingo y Tumbaco); esta dinámica tuvo como resultado la sentencia de 1923 que se emitió a favor de 278 indígenas residentes de esta zona (comuneros de La Toglla), adjudicándoles, proindiviso, 551 hectáreas de territorio en el cerro Ilaló (Hopfgartner, 2014). El 21 de septiembre de 1938, el Ministerio de Previsión Social otorgó personería jurídica a la comuna “La Toglla”.

La Toglla vive con tranquilidad a partir de la entrega del título de la tierra comunitaria en 1923 hasta la década de los años 70. En esos años, la Empresa Eléctrica Quito construye la central hidroeléctrica de Guangopolo en el río San Pedro y firma un convenio con la comunidad para la explotación de las minas pétreas que se encuentran en su territorio a cambio de la construcción de la carretera Vía Intervalles y de una escuela. Para la explotación de las canteras, la empresa subcontrató a la familia Campaña; con lo cual, se inicia una historia continúa de división y conflictos, como relata el comunero Jaime Paucar:

“E…] nuevamente reiniciaron nuestros problemas porque la empresa eléctrica para subcontratar a alguien que le mine las minas pétreas que tenía la comunidad hizo un convenio, le dio el material pero a cambio de hacer escuelas y ahí vino una persona extraña a la comunidad y vio que esto era de todos, pero a la vez que no era de nadie en particular y le nació la ambición y le enfermó a un grupo de gente, por ahí empezó, trabajando por el corazón por la cabeza y unos ex dirigentes que se prestaron, empezaron a asomar documentos fraudulentos como escrituras individuales y empieza esta nueva etapa que ahora estamos tratando de resolver.”

La familia Campaña, con el apoyo de la justicia ordinaria, logra obtener títulos individuales dentro del territorio comunitario de la Toglla, a pesar de la existencia de escrituras comunales. Al inicio, se trataba solamente de siete hectáreas, pero se inició un proceso contra-venta que implicó a diferentes actores: la familia Campaña, el comité Pro Mejoras Barrio San José del Ilaló, la Cooperativa Hermano Miguel (que compró las tierras del comité), entre otros. Casi el 50% de la Toglla ha sufrido demandas externas por la tierra con títulos ilegítimos ya que, se refieren a propiedades dentro del territorio comunal. La mayor disputa es con la Cooperativa Hermano Miguel que reclama 201 de las 551 hectáreas de la comunidad (Hopfgartner, 2014).

Los conflictos se agudizan a partir de los años 90, porque a pesar de que se había terminado el contrato con la hidroeléctrica, la familia Campaña se seguía explotando las minas comunitarias. Como reacción, la comunidad se levantó y sacó tanto a la maquinaria como a las personas que trabajaban allí. Además, se inicia la defensa legal ante las instituciones, como el MAGAP y el Ministerio de Energía y Minas. Mientras que, por un lado, existía un mayor interés en entregar títulos individuales por parte de las instituciones del Estado (a partir de las reformas agrarias en el Ecuador en 1964 y 1973, y la Ley de Desarrollo Agrario en 1994), por el otro lado en la Constitución de 1998 se incorporaron los derechos colectivos de los pueblos indígenas lo cual permitía una mayor seguridad jurídica para estos actores y que recoge algunas de las demandas históricas sobre el derecho al territorio y la autonomía de los pueblos y nacionalidades (Hopfgartner, 2014).

En el siglo XXI empieza la etapa más violenta en la historia de la comunidad. Se inició una persecución que llegó a expresar amenazas de muerte a dirigentes de la comuna y los principales dirigentes fueron encarcelados. La mayoría de las familias –incluyendo abuelos, padres e hijos– han sido involucradas, encarceladas, amedrentadas y perseguidas. Sobre este tema el comunero Darío Iza comenta lo siguiente:

“aquí la gente ha defendido con su cuerpo, ha perdido sangre e incluso ha~ personas acá que han perdido familiares, personas perseguidas E…] defendiendo la tierra”.

Este conflicto trajo una serie de invasiones, hostigamientos y violencia por parte de la familia Campaña que tuvo como resultado la deslegitimización de los derechos colectivos y derechos humanos de los comuneros, de parte de varias instituciones públicas, fundamentalmente por las administraciones municipales. Probablemente, la consecuencia más grave de esta lucha fue la división interna de la comunidad y el debilitamiento de la vida comunal debido a las constantes invasiones y acosos (Hopfgartner, 2014).

Ya para 1998, Constitución del Ecuador, por primera vez, incorporó los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades indígenas, permitiendo una mayor protección de los territorios ancestrales. Ese mismo año, Ecuador ratificó el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que hace referencia a derechos de trabajo, derechos a la tierra y el territorio, a la salud y la educación de los pueblos indígenas.

A partir de estos sucesos la comunidad La Toglla ha desarrollado varios mecanismos de defensa de su territorio. El 1 de mayo de 2003, la asamblea general de la comuna La Toglla ratificó que las tierras de propiedad de la comunidad son imprescriptibles, inalienables e inembargables. El 25 de marzo de 2004, la Comunidad La “Toglla” en asamblea general aprobó su estatuto, reafirmó su identidad y territorio ancestral, organizó el cabildo y la forma de designación de autoridades.

En 2005, los pobladores de la Toglla tomaron la decisión de autodefinirse como “comunidad ancestral” e inscribirse en el CODENPE, adquiriendo un estatus legal distinto. Pasa a forman parte del pueblo Kitu Kara y de la nacionalidad Kichwa; y por lo tanto, pasa a ser sujeto de derechos colectivos. También cambia la forma de representación, de tener un cabildo pasa a estar gobernada por un Consejo de Gobierno Comunitario que incorpora mayores competencias, por ejemplo el derecho a aplicar la justicia indígena. El CODENPE, garantiza de mejor manera los derechos específicos de los pueblos y nacionalidades indígenas. Para los propios comuneros, la decisión de registrarse en el CODENPE no ha tenido cambios considerables en la vida comunitaria, y lo identifican como una “estrategia de defensa”.

De la misma manera, la conciencia de los habitantes sobre los derechos de la comunidad ha sido importante para poder defender las tierras comunitarias (Hopfgartner 2014). El 28 de enero de 2005, el CODENPE registró la nómina de la directiva y el estatuto de la comunidad ancestral La Toglla, y puso en conocimiento del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) “para que sea eliminado el nombre de la comuna El Barrio o La Toglla registrada en el archivo de esa entidad.” Pero el MAG no realizó el trámite pertinente lo que produjo conflictos posteriores.

Otro hito clave en la historia de resistencia de la comunidad fue en 2007, cuando la Asamblea Nacional Constituyente de Montecristi concedió la amnistía a los dirigentes que habían sido perseguidos y que posteriormente quedaron libres de cargos. Más de 30 procesos civiles se resolvieron de esta manera; del mismo modo, el Estado Nacional reconoció la defensa de territorio y de la naturaleza que llevaron a cabo los comuneros y comuneras de la Toglla. (Hopfgartner 2014).

Como el MAG, en el año 2005, no realizó el trámite solicitado por el CODENPE, de eliminar a la comunidad La Toglla de sus registros y basándose en la Ley de Comunas, que no está de acuerdo con la Constitución vigente, el 4 de diciembre de 2017, solicitó al Teniente Político que participe en las elecciones de La Toglla, en una clara violación de los derechos de autodeterminación de la comunidad. Según la presidenta de La Toglla, el MAG convocó a una asamblea general de elecciones para nombrar una directiva paralela a la cual asistieron seis familias de la comunidad y personas extrañas a la localidad que tienen intereses privados y particulares. La asamblea se desarrolló en un domicilio privado y no en la casa comunal. Este hecho creó rupturas dentro de la comunidad y problemas legales por lo que la comunidad se vio en la necesidad de poner acciones judiciales para defender sus derechos frente al MAG.

El 13 de marzo de 2018, La Toglla presentó una demanda de acción de protección N¬17371201800920, en contra del MAG, solicitando que se declare la vulneración de varios derechos colectivos y se repare a La Toglla. El 4 de abril de 2018, la Unidad Judicial de Trabajo con sede en la parroquia Iñaquito del Distrito Metropolitano de Quito rechazó la demanda presentada. La Toglla apeló.

El 24 de mayo de 2018, la Sala Civil y Mercantil de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha confirmó la sentencia. El 21 de junio 2018, La Toglla presentó una demanda de acción extraordinaria de protección en contra de la sentencia del 4 de abril de 2018 dictada por la Unidad Judicial y de la sentencia del 24 de mayo de 2018 dictada por la Corte Provincial. El 30 de mayo de 2019, la Sala de Admisión de la Corte Constitucional admitió a trámite la demanda. El 28 de abril de 2021, el Pleno de la Corte Constitucional aprobó el tratamiento prioritario de la causa por considerar que podría interrumpir presuntas violaciones y para resolver asuntos de trascendencia constitucional por los derechos demandados. El 4 de mayo de 2021, el juez Ramiro Ávila Santamaría avocó conocimiento de la causa, solicitó informes motivados a la Unidad Judicial y a la Corte Provincial, convocó a las partes procesales y a los terceros con interés a la audiencia pública. Ni la Unidad Judicial ni la Corte Provincial presentaron los informes requeridos.

La Corte Constitucional dicta la Sentencia N. 1779-18-EP/21 del 28 de julio de 2021 (“Caso de la comunidad indígena La Toglla”, Juez ponente: Ramiro Ávila Santamaría) como una acción extraordinaria de protección por la vulneración al derecho a la motivación, en la cual también se declara la violación de los derechos colectivos derivados del derecho a la autodeterminación.


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